NO QUEREMOS NI A CLARO NI A MOVISTAR

Durante la última semana, ha surgido un movimiento, con el fin de sabotear la operación de las transnacionales CLARO (América Móvil) y MOVISTAR (Telefónica de España). El boicot consiste en que quienes operamos con el Instituto Costarricense de Electricidad no atendamos llamadas provenientes de esas dos operadoras.
A simple vista la medida pareciera ilógica. Ambas operadoras pagaron en conjunto una suma que supera los ciento cuarenta y cuatro millones de dólares por hacer uso por quince años de frecuencias en Costa Rica. Este dinero, será usado en el desarrollo de la telecomunicación en el país por lo que todo parece muy bien. Antes de analizar el problema a fondo, es conveniente llamar la atención sobre el dinero de Claro y Movistar. Si los costarricenses no le seguimos la pista a cada centavo, pronto desaparecerá de la faz de la tierra, para caer en las bolsas de unos cuantos, como pasó con la donación taiwanesa para erradicar el problema de tugurios en la zona marginal de Pavas. El dinero se gastó, no se construyó una sola solución de vivienda y el ministro de ese entonces Fernando Zumbado, nunca tuvo que dar cuenta de lo que hizo.
Vamos a analizar ahora por qué no podemos estar de acuerdo con el ingreso en el mercado costarricense de CLARO Y MOVISTAR.
UN PROBLEMA DE SOBERANÍA:
Cuando estaba por aprobarse el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, la intromisión de las autoridades norteamericanas en asuntos internos costarricenses, fue evidente, así como la sumisión de nuestros gobernantes. Se dice que la privatización de los seguros y de las telecomunicaciones no había sido incluida en el Tratado por el gobierno de Abel Pacheco, por lo que el entonces, Representante de Comercio de los Estados Unidos Robert B. Zoellick, entró al despacho del presidente Pacheco y golpeó su escritorio exigiendo que esto fuera incluido. Pacheco, con su forma de gobierno que lo caracterizó, simplemente no hizo nada, pero en el gobierno inconstitucional de Oscar Arias, el asunto se consumó.
Que los Estados Unidos nos vean como una colonia, no tiene nada nuevo. Esa ha sido su actitud desde que alcanzaron la independencia del Reino Unido. Robaron territorio de otros estados hasta que se saciaron y en otros casos, pusieron y quitaron sátrapas como mejor servía a sus intereses. Pero la actitud entreguista, mezquina, arrastrada, cobarde y sucia de los gobernantes costarricenses no puede tener perdón. En un país, donde su pueblo tenga sangre en las venas, personas de esta calaña debieron haber sido juzgados y fusilados, y no premiados con penas simbólicas como hicieron nuestros Tribunales para terminar de desprestigiarse.
Pero, como no todos los costarricenses somos así, algunos consideramos que la presencia de CLARO Y MOVISTAR en nuestro suelo es una afrenta a nuestra soberanía. Si la mayoría de los costarricenses, en un proceso electoral limpio y libre de presiones, hubiera decido que debían operar aquí estaríamos de acuerdo, pero la forma en que lo lograron es lo que nos impulsa a oponernos a ellos a cualquier precio.

LAS HIENAS DE LA MISERIA.
Durante la década de los noventa, como resultado de las teorías de los Chicago Boys, se determinó que el Estado era ineficiente y que todas las empresas estatales debían ser privatizadas. Los gobernantes corruptos abundaban en Latinoamérica. Por ejemplo, los Salinas en México y Alberto Fujimori en Perú. De esto se valieron estas dos empresas, para comprar empresas estatales de telefonía a precios ridículos y en el caso de Slim, levantar su imperio económico. En España, la incursión de Telefónica (empresa que no quieren ni los propios españoles), fue considerada como la nueva conquista española. En Costa Rica, entonces presidente Rodríguez preparó todo para la venta de las telecomunicaciones al mejor postor, el cual no necesariamente sería el que pagara más al gobierno, sino el que le diera a él y sus amigos las mejores comisiones. El pueblo, pudo parar este negocio en las calles.

TIGRE SUELTO CONTRA BURRO AMARRADO.
Para que el negocio fuera interesante para las transnacionales, era necesario desprestigiar y debilitar al Instituto Costarricense de Electricidad. Para eso se valieron de varias armas, entre ellas efectuar el inmoral negociado con la empresa ALCATEL. Con esto Rodríguez y otros enemigos del ICE, no solo lo desprestigiaban, porque ha sido el servicio telefónico más malo que hemos conocido, sino que también, como luego se probó en los tribunales, adquirieron una buena tajada del negocio para ellos.
La Autoridad Reguladora de Servicios Públicos, también hizo su parte, hace más de seis años tiene congeladas las tarifas de telefonía móvil para el ICE, pero todo parece augurar que muy pronto subirán, porque ya ahora se verían beneficiados los operarios privados.

ORO POR CUENTAS DE VIDRIO.
Ya las nuevas operadoras han comenzado a funcionar. Están haciendo grandes ofertas que solo tienen como fin debilitar a la competencia. Lamentablemente, si usted busca en Internet, las palabras CLARO ESTAFA Y MOVISTAR ESTAFA, encontrará la triste realidad del expolio que han hecho estas transnacionales a estos pueblos hermanos. Además, su cobertura es pésima. A usted le pueden ofrecer un celular a mitad de precio o hasta regalado, que tal vez le sirva para hablar con los vecinos de su barrio.
Claro, el objetivo que persiguen en debilitar al ICE, para lo que no dudamos que serán ayudados por el gobierno y los enemigos internos que tiene esta institución.
Piense que si el ICE llega a desaparecer o bien deja de ser el operador dominante, ellos tendrán abiertas las puertas, para hacer con usted lo que les de la gana, igual que han hecho en Perú, México y España.
En este caso no espere que las autoridades costarricenses le van a defender. Ya han demostrado su ineptitud, corrupción y entreguismo en el caso del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, la carretera a Caldera y el muelle granelero de Caldera, entre otros.
Usted tome la decisión que mejor le parezca de acuerdo con su conciencia. Por nuestra parte, MOVISTAR Y CLARO, no existen en nuestro país y nos abstendremos de hacer y recibir llamadas que provengan de esas operadoras. Nuestras instituciones y nuestro país están primero.