Cuando nació el Partido Acción Ciudadana, muchos costarricenses vimos en él una opción diferente de gobierno, basada en la capacidad, espíritu de servicio y sobre todo en la honestidad en la función pública. Fue por ese motivo que en pocos meses, por la confianza que le brindaron miles de ciudadanos, se convirtió en la tercera fuerza política del país, e introdujo una nueva modalidad en la política. Sus integrantes pagaban de su propio peculio el costo de los signos externos con tal de tener el orgullo de portarlos.
Posteriormente, cuando se dio la división entre los catorce diputados electos, muchos lo vimos como el precio de la novatada de un partido nuevo, que jamás esperó obtener esa gran cantidad de legisladores, por lo que tal vez no se tuvo la prudencia y el cuidado al escoger a las personas que mejor representaban los valores del Partido para someterlos al escrutinio del pueblo.
En las pasadas elecciones, a pesar de lo que digan muchos analistas políticos y otros interesados en minimizar el impacto de la escuálida victoria del representante de la nueva oligarquía costarricense, el pueblo escogió a Ottón Solís Fallas como el abanderado en la lucha contra la podredumbre de la Sala Constitucional, la fuerza desmesurada del capital local y foráneo, las ansias de poder de un grupo de perros falderos, y la megalomanía un hombre que quería ser reelecto al precio que fuera.
Por eso nos ha preocupada la noticia que ha dado el propio don Ottón, en el sentido de que varios altos ex funcionarios del gobierno de Pacheco le han dado la adhesión al Partido Acción Ciudadana. Si hubieran sido aquellos funcionarios a los que el charlatán investido de Presidente por la idiotez de más de setecientos mil costarricenses, les sacó tarjeta roja, para nosotros serían bienvenidos no solo en el Partido Acción Ciudadana sino en cualquier partido que se precie de decente. El problema es que la gran mayoría son ministros y viceministros y otros monigotes que estuvieron con Pacheco hasta el final.
Aunque la gran mayoría del pueblo costarricense es propenso a olvidar, y no dudamos que dentro de pocos días Abel Pacheco será el abuelito dicharachero que podrá salir nuevamente en televisión contando cuentos, nosotros nunca le perdonaremos todo el daño que le hizo al país. Con su inacción o con su doble juego, como en el caso del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, no sólo engañó al país, sino que también nos dejó con las carreteras desechas, lo que ha provocado serios perjuicios a los habitantes de la Provincia de Guanacaste, con instituciones de bien social totalmente quebradas, para aumentar la miseria de nuestro pueblo y su pecado más grave fue matar la ilusión en el sistema democrático de cientos de miles de costarricenses, quienes prefirieron no votar o hacerlo por OSAMA, BOB ESPONJA o BART SIMPSON.
Además, nunca podremos olvidar la forma en que llegó Abel Pacheco a la Presidencia, financiado con fondos de dudosa procedencia y cuyo origen él nunca hizo nada por aclarar. Todavía resuena en nuestros oídos aquella frase que pronunció cuando se le preguntó de donde provenían los fondos y dijo nada más: “ Yo no soy sapo”. También tenemos presente su comparecencia irrespetuosa y cantinflesca ante la Comisión que investigaba este caso en la Asamblea Legislativa.
Por tanto, quienes llegaron al final de la administración Pacheco, en su gran mayoría fueron un grupo de ineptos, serviles y saltimbanquis, que rieron y aplaudieron hasta el final las estupideces de Pacheco. Tampoco le damos autoridad alguna a estas personas para hablar de moral, cuando no dudaron en pegarse de las ubres públicas de un gobierno cuyo financiamiento electoral había sido altamente cuestionado. No pueden hablar de decencia personas que pertenecieron a un gobierno que no dudó en violar derechos humanos con tal de silenciar la crítica sana que hicieron algunos de su ministros y funcionarios.
Todavía termina de preocuparnos más don OTTÓN SOLÍS, cuando declara a la prensa que tiene más sorpresas guardadas con respecto a nuevas adhesiones. Para terminarnos de decepcionarnos solo falta que nos diga que se unieron a las filas rojiamarillas ABEL PACHECO Y RICARDO TOLEDO.
Creemos que el PAC debe llegar a ser un partido grande, bien organizado y que represente una opción válida para el electorado costarricense. Un partido que alberga a un político e intelectual de la valía de don ALBERTO CAÑAS, no pude incluir en sus filas, con el aplauso de su ex candidato, a personas provenientes de un gobierno inepto, cuestionado y corrupto.
Todavía la dirigencia del PAC está a tiempo de reflexionar. Es preferible tener el apoyo del pueblo que decidió cambiar y no convertirse en un vertedero de basura de los fracasados de los partidos tradicionales.
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